TERUEL EN LA LITERATURA

Hartzenbusch, el ebanista que escribió 'Los Amantes de Teruel'

Retrato del dramaturgo, filólogo y académico de la RAE que dirigió la Biblioteca Nacional y estrenó su drama romántico en 1837

Juan Eugenio Hartzenbusch y 'Los Amantes de Teruel'.
Retrato del escritor, polígrafo y ebanista Juan Ignacio Hartzenbusch.
Madridiario.

Teruel, la provincia del olvido, es también la capital del amor y su leyenda. Es la ciudad de los Amantes, que han pasado a la historia por diversas piezas literarias. El forjador del mito de la pasión imposible fue, esencialmente, el escritor, filólogo y ebanista Juan Eugenio Hartzenbusch (1806-1880). 

Él, que no asistía a los estrenos de sus dramas históricos, de cariz romántico, estrenó en 1837 su obra, en el Teatro del Príncipe, y cosechó un triunfo impresionante. No logró reeditarlo jamás, pero siguió escribiendo –ahí están piezas como ‘Alfonso el Casto’, 1841, o ‘La jura de Santa Gadea’, 1845– e incluso se corrigió a sí mismo con su obra magna, hasta que en 1849 publicó la edición definitiva en cuatro actos.

Era hijo de un ebanista dócil de origen alemán y una campesina de Cuenca, que murió cuando él tenía dos años. Al principio ingresó en el seminario, pero pronto se comprobaría que su aficiones eran otras: leer a los autores clásicos y acudir al teatro. Aprendió el oficio de la madera con su padre, todo un maestro, y trabajó varios años en el taller familiar con un hermano; y luego en otros ajenos. 

Sería por entonces cuando recibió un curioso encargo: construir la mesa donde se reunían (y se reúnen) los académicos de la Real Academia de la Lengua. También trabajó de taquígrafo en la ‘Gaceta de Madrid’ y el ‘Diario de Sesiones del Congreso’. 

Por aquellos días estudiaba y traducía a clásicos como Molière, Voltaire o Dumas, y hacía sus pinitos en secreto. A lo largo de su vida editaría a Tirso de Molina y Calderón , y publicaría una edición del Quijote con 1633 notas. En 1847 ingresó en la Real Academia Española de la Lengua y ocupó el sillón l minúscula.

Activo y humilde, bondadoso y alejado siempre de las trifulcas políticas, aunque liberal de espíritu como su padre, colaboró en los diccionarios de 1852 y 1869. Se casó dos veces, con María Morgue, que murió pronto, y con Salvadora Hiriart, que aportó cinco hijos al matrimonio. 

Escribió poesía y fue director de la Biblioteca Nacional entre 1862 y 1875. Allí, su directora, la zaragozana Ana Santos, conserva el paño que se colocó sobre su cadáver en 1880. Seguro que estuvo en Teruel, quizá de niño, pero se sabe poco de ello. Las actuales ‘Bodas de Isabel’ de Teruel le deben mucho a este hombre menudo y suave que escribió este verso inmortal: «Bésame, que me muero».

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